Irán y el OIEA: una ruptura que sacude el tablero geopolítico y amenaza la seguridad energética global
La reciente decisión de Irán de suspender toda cooperación con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ha encendido las alarmas en las principales capitales del mundo. Esta ruptura no solo representa un golpe al régimen de no proliferación nuclear, sino que también reconfigura el equilibrio geopolítico y amenaza con desatar una crisis energética de escala global.
Escenarios geopolíticos posibles
- Escalada militar regional: Con bombardeos cruzados entre Israel e Irán y la participación activa de Estados Unidos, el conflicto podría transformarse en una guerra prolongada. Rusia y China han pedido un alto al fuego inmediato, mientras que potencias occidentales endurecen su postura.
- Colapso del régimen de no proliferación: Rafael Grossi, director del OIEA, advirtió que el sistema que ha evitado la proliferación de armas nucleares durante más de medio siglo podría colapsar si no se retoma el diálogo.
- Aislamiento diplomático de Irán: La expulsión del OIEA y el enriquecimiento de uranio al 60 % colocan a Teherán al borde de una denuncia formal ante el Consejo de Seguridad de la ONU. Esto podría derivar en nuevas sanciones y un aislamiento internacional aún más severo.
- Reconfiguración de alianzas: El conflicto ha acelerado el alineamiento de bloques: mientras EE. UU., la UE e Israel refuerzan su cooperación, Rusia, China y países del sur global abogan por una solución diplomática. El Consejo de Seguridad de la ONU se encuentra paralizado por vetos cruzados.
Impacto en la seguridad energética global
El posible cierre del estrecho de Ormuz —por donde transita más del 30 % del petróleo marítimo mundial— es el mayor riesgo inmediato. Irán ya ha insinuado esta posibilidad como respuesta a los ataques israelíes. De concretarse, los precios del crudo podrían dispararse a niveles históricos, superando los 200 dólares por barril, según estimaciones del gobierno iraquí.
Además, las instalaciones nucleares iraníes atacadas —como Fordó, Natanz e Isfahán— concentran gran parte de la infraestructura energética del país. Su destrucción no solo afecta la capacidad de producción interna, sino que también genera riesgos radiológicos y ambientales, aunque hasta ahora no se han reportado fugas significativas.
Conclusión
La ruptura entre Irán y el OIEA no es un episodio aislado, sino el síntoma de una crisis más profunda que involucra poder, energía y seguridad global. Mientras las potencias se reacomodan y los mercados tiemblan, el mundo observa con preocupación el desarrollo de un conflicto que podría marcar el inicio de una nueva era de inestabilidad internacional.
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