Los Juramentos Secretos que Marcan el Cónclave: Así Se Comprometen los Cardenales y el Personal Auxiliar

 

Por: Gabriel E. Briñez 

Periodista Combo Tropical Noticias.

Antes de que comience la elección del nuevo Papa, los cardenales que ingresan al cónclave realizan un juramento solemne que garantiza la confidencialidad y la independencia absoluta del proceso. Este acto, cargado de simbolismo y tradición, es uno de los momentos clave en cada cónclave.

De acuerdo con la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por San Juan Pablo II, los cardenales prometen observar fielmente las normas establecidas, guardar secreto sobre todo lo relacionado con la elección y no aceptar ninguna injerencia externa. Para sellar el compromiso, cada uno toca con su mano los Santos Evangelios al pronunciar las palabras:

"Así Dios me ayude y estos Santos Evangelios que toco con mi mano."

Pero no solo los purpurados están obligados al silencio. Todo el personal auxiliar que presta servicio durante el cónclave —funcionarios, secretarios, técnicos, médicos y personal de limpieza— también hace un juramento riguroso. Ellos prometen un secreto absoluto y perpetuo y tienen prohibido usar cualquier dispositivo de grabación o transmisión dentro de las áreas reservadas al cónclave. La violación de este juramento puede llevar a sanciones severas, incluida la excomunión automática.

A continuación, un resumen comparativo de estos compromisos:

Cardenales Electores «Prometemos, nos obligamos y juramos observar fielmente la Constitución Universi Dominici Gregis, guardar secreto absoluto sobre la elección y no permitir injerencias externas. Así Dios me ayude y estos Santos Evangelios que toco con mi mano.» Secreto total, fidelidad a las normas, independencia del proceso.

Personal Auxiliar (funcionarios, técnicos, médicos, servicio, etc.) «Prometo y juro observar el secreto absoluto y perpetuo sobre todo lo que tenga relación con la elección, y abstenerme de usar cualquier medio de grabación o transmisión. Así Dios me ayude y estos Santos Evangelios que toco con mis manos.» Silencio perpetuo y prohibición estricta del uso de tecnología en el cónclave.

Con estos juramentos, la Iglesia busca preservar la pureza y la transparencia de uno de los momentos más decisivos de su historia: la elección del nuevo sucesor de San Pedro.