Se desmorona denuncia contra el Papa León XIV: SNAP queda expuesto y el Obispo de Chiclayo sale en defensa
Redacción: Combo Tropical Noticias
La ofensiva lanzada por la Red de Sobrevivientes de Abuso por Sacerdotes (SNAP) contra el nuevo Papa León XIV comienza a derrumbarse bajo el peso de desmentidos y revelaciones que cuestionan la credibilidad de la organización.
SNAP había acusado al Pontífice, antes conocido como Mons. Robert F. Prevost, de encubrir a un sacerdote abusador durante su tiempo como obispo de Chiclayo, Perú, asegurando que las víctimas habían recibido pagos de hasta 150,000 dólares cada una como parte de un supuesto acuerdo para silenciarlas. Sin embargo, en un giro inesperado, una de las propias denunciantes desmintió públicamente haber recibido dinero, negando la existencia de cualquier indemnización. Este desmentido ha dejado en evidencia la fragilidad de las acusaciones y ha encendido las alarmas sobre las verdaderas motivaciones detrás de la campaña de SNAP.
En respuesta, el ahora Papa León XIV ha contado con la defensa de la diócesis de Chiclayo, que recordó que el sacerdote en cuestión fue suspendido inmediatamente tras conocerse la denuncia y que el caso fue remitido al Vaticano conforme a las normas canónicas. "No hemos encubierto absolutamente nada", afirmó en su momento Mons. Prevost, dejando claro que se actuó con transparencia y dentro del marco legal.
Pero el foco ahora también se ha desplazado hacia SNAP y su turbulento historial. Fundada en 1989 por Barbara Blaine, la organización se presentó como la voz de las víctimas de abusos clericales. A lo largo de los años, fue liderada por figuras como David Clohessy, quien fungió como director ejecutivo, y Barbara Dorris, directora nacional. Sin embargo, en 2017, SNAP quedó sacudida por un escándalo interno cuando su exdirectora de desarrollo, Gretchen Rachel Hammond, presentó una demanda explosiva.
Hammond acusó a los líderes de SNAP de utilizar las denuncias de abuso para beneficio económico, afirmando que la organización refería a víctimas a ciertos bufetes de abogados a cambio de donaciones millonarias. Según la demanda, algunas de estas contribuciones representaban hasta el 50% de los ingresos anuales de SNAP. Además, la exdirectora reveló que la organización ignoraba a víctimas que solo buscaban apoyo emocional y no estaban interesadas en entablar demandas legales.
Tras la presentación de la demanda, las principales cabezas de SNAP —incluyendo Barbara Blaine y David Clohessy— renunciaron en medio del escándalo. Aunque negaron que sus salidas estuvieran relacionadas con el caso, la organización se vio forzada a resolver la demanda mediante un acuerdo confidencial en 2018, cuya cifra jamás se reveló.
A pesar de este oscuro pasado, SNAP continúa su cruzada contra el nuevo Pontífice, exigiendo que entregue los bienes de la Iglesia para financiar un fondo global de reparaciones y adopte medidas drásticas en sus primeros 100 días. Sin embargo, con las propias víctimas desmintiendo las cifras millonarias que SNAP ha difundido, la organización queda en entredicho, y muchos se preguntan si su protagonismo en este caso responde a un interés legítimo por justicia o a una operación mediática para figurar en un momento clave.
Mientras tanto, millones de fieles en el mundo y la comunidad internacional observan con atención cómo se desenvuelve esta batalla en los primeros días del papado de León XIV.
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