Declaración del Secretario General de la Organización de los Estados Americanos sobre la distribución equitativa de vacunas

 





La pandemia de COVID-19 es la peor crisis de salud pública que jamás haya enfrentado el mundo moderno. Es profundamente perturbador que casi la mitad del número de personas infectadas con el nuevo coronavirus a nivel mundial estén en la jurisdicción de los Estados Miembros de la Organización de los Estados Americanos (OEA), así como una proporción similar de las personas que han muerto por el COVID-19.

La pandemia también ha devastado las economías de los Estados Miembros, particularmente aquellos que son altamente dependientes de fuentes externas de ingresos, como el turismo.

El desempleo se ha disparado, la pobreza y la desigualdad han aumentado y la inversión ha disminuido. Las perspectivas económicas son especialmente sombrías para los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo que, en virtud de su tamaño, producen una gama limitada de bienes y servicios que también son muy vulnerables a las conmociones externas y los desastres naturales.

Las vacunas contra el COVID-19 ofrecen la posibilidad de suprimir el virus y encaminar a todas las naciones hacia la recuperación tanto sanitaria como económica. Sin embargo, el acceso a las vacunas y su distribución no son equitativos. Sobre la base de los niveles actuales de disponibilidad y distribución de vacunas, que son limitados, la estimación es que la pandemia continuará aún más tiempo para la mayoría de la población mundial, incluidas la de América Latina y el Caribe, privándolas de su derecho a la vida, la salud y los medios de subsistencia.

Si bien saludo la instalación de COVAX, liderada por la Organización Mundial de la Salud y que fue diseñada para ayudar a los países en desarrollo a asegurar el acceso a las vacunas a precios asequibles, creo que COVAX necesita más que promesas de apoyo financiero; necesita urgentemente la entrega de los fondos necesarios para facilitar un suministro y distribución equitativos de vacunas.

Ningún país está a salvo hasta que todos los países estén a salvo. Por lo tanto, me uno al llamado para un aumento masivo de la producción de vacunas y para el establecimiento de precios más asequibles, que permitan a los países en desarrollo asegurar las vacunas e inocular a su pueblo.

También hago un llamado a todos los Estados para que faciliten la exportación, el acceso igualitario y la distribución equitativa de las vacunas COVID-19, de acuerdo con las obligaciones internacionales de derechos humanos y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de la ONU.

La pandemia mundial requiere una respuesta mundial basada en la unidad, la solidaridad y la cooperación multilateral, para asegurar que todos los Estados tengan acceso a las vacunas. Las Américas también necesitan una respuesta hemisférica.

En este sentido, comprometo a la Secretaría General de la OEA a trabajar con nuestros Estados Miembros, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y socios internacionales para formular e implementar soluciones lo más rápido posible.

Aumentar el acceso a la vacuna contra el COVID-19 en las Américas significa aumentar el acceso a diferentes derechos en el Hemisferio, como el derecho a la vida, el derecho a la salud, el derecho a la educación y el derecho a medios de vida sostenibles.

Es necesario un compromiso hemisférico para asegurar que las Américas emprendan activamente el camino hacia la recuperación y el crecimiento post-COVID.



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