La energía cuántica espiritual que habita en nosotros

 



Por Gabriel Briñez 

Editor Combo Tropical Noticias


En estos tiempos donde la ciencia y la espiritualidad parecen hablar idiomas distintos, surge una palabra que las conecta: cuántico. Un término nacido en los laboratorios de la física, pero que hoy se ha convertido en una metáfora poderosa del cambio interior.


Cuando escuché por primera vez hablar del “método del espejo cuántico”, pensé que se trataba de una práctica científica. Sin embargo, al profundizar en su sentido, comprendí que su verdadero poder no está en la física de las partículas, sino en la física del alma. Mirarse al espejo —de verdad, sin filtros ni poses— es un acto profundamente humano y transformador. Es enfrentarse a uno mismo, reconocer lo que somos y lo que evitamos ver.


Cada vez que un ser humano se detiene frente a su propio reflejo, algo se mueve dentro. No se trata de fotones ni de átomos vibrando, sino de una vibración interior: esa energía que nos hace cuestionar, sanar, perdonar y volver a empezar. En ese instante ocurre un salto cuántico, no en el universo exterior, sino en el universo interior.


La física nos enseña que todo en el cosmos está en movimiento; nada permanece igual. De algún modo, el espíritu humano obedece la misma ley: también vibra, se transforma, cambia de frecuencia cuando decide evolucionar. Esa es la verdadera energía cuántica espiritual: la fuerza invisible que impulsa la conciencia a expandirse.


Este proceso también tiene una raíz metafísica. La metafísica, entendida como la búsqueda de lo que existe más allá de lo físico, comparte con la visión cuántica la idea de que la realidad no es solo materia, sino energía, conciencia y propósito. Lo que antes se llamaba “esencia divina” o “energía vital”, hoy encuentra en lo cuántico una manera moderna de expresarse. Es el mismo impulso, solo que con un lenguaje distinto: el lenguaje del siglo XXI para nombrar lo eterno.


No se trata de pseudociencia ni de fe ciega. Se trata de reconocer que cada persona tiene la capacidad de observarse, analizarse y reconfigurarse. En términos psicológicos, es una práctica de introspección; en términos simbólicos, es un espejo cuántico que refleja tanto nuestras luces como nuestras sombras. En términos metafísicos, es el movimiento del alma buscando comprender su conexión con el todo.


Quizás la ciencia nunca mida ese tipo de energía. Pero eso no significa que no exista. Existe en la mirada que se atreve a ver más allá de la superficie, en la conciencia que despierta, en la emoción que nos transforma. En cada salto interior que damos hacia una versión más lúcida y compasiva de nosotros mismos.


Porque al final, lo cuántico no solo ocurre en el laboratorio: también ocurre en el alma.

Ahí donde una idea, un perdón o una decisión cambian toda la realidad.





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Comentarios

  1. ¡Buen amanacer para todos!
    A
    L
    O
    H

    La estupidez germina, florece y se marchita en la supuesta normalidad de un campo de apariencias. Por ejemplo, en el querer solucionar algo usando un instrumento virtual o fisico que genera una misma falla lógica constantemente en el resultado. Consecuente y coherentemente, esa realidad concretada será paranormal, es decir, la apariencia se interpone a lo que es, como lo que se cree que es el amor, la libertad y el respeto reprimiendo la virtud.
    Por lo cual, el amor existe y no existe al mismo tiempo cuando la persona desnaturalizada queda huérfana de su propia consciencia, situación que insta a buscar a Dios o así mismo, en dónde las palabras amor, libertad y respeto surgen desde la carencia, mientras otras como represión, obediencia y tolerancia para identificar la condición. Ésta interferencia afecta a todas las formas de organización, relación e interacción, incluído el pensamiento, un hecho que se verifica en las crisis sociales o en las enfermedades mentales y físicas. Es la descomunicación.
    Cada experto efectista tendrá una teoría y su matemáticas les dará la justa medida de su ignorancia para intentar unir lo que ya está unido.

    Si atendemos a la mecánica ostracísta, el olvido del origen como causa, es la confusión en la dispersión de los fragmentos. Sin embargo, cada partícula es un fractal que brinda siempre la revelación de lo oculto desde una consciencia superior en dónde se aplica la inteligencia a su servicio.

    La historia nos cuenta de asociaciones de reinados llamados imperios que se postularon ser dueños de la tierra bajo un amparo divino con la potestad de gobernar sobre las virtudes y los defectos de los pueblos(previamente conquistados) mediante ficciones fantásticas, legales y técnicas que constituyen un teatro de realidad, también paranormal.
    El adiestramiento se realiza con premios y castigos, pero el verdadero premio es no ser castigado y expulsado al olvido.

    El cliente cree que elige a un presidente, sin embargo tampoco elige al rey o al Papa, ni al pastor o gerente, y menos al dueño de la empresa en la que trabaja.
    El contrato implícito es entre los que saben y mandan con los que ignoran y obedecen.
    En la letra chica se lee que el objetivo es la dominación de las consciencias y el resguardo de los intereses de los gobernantes.

    A raíz de éstos hechos, la realidad siempre se divide en dos que beben de la misma leche de la mentira, y una de ellas aparenta ser la única y verdadera. Entre esos mundos surge el destello de la verdad que siempre está presente recreando la ilusión.

    Creer en un saber o saber en qué creer, implica saber, sin embargo el conocimiento es sólo el inicio de la ampliación de los límites.

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  2. Una palabra es un objeto holográfico que se convierte en un símbolo que aparenta ser la cosa real. Esa referencia es un contenedor, artefacto y vehículo de consciencia que conforma el plano interpretado de la realidad o memoria de las apariencias, que es lógicamente atemporal, característica útil que genera la insoportable eternidad desde un punto gravitatorio y provisorio de sentido para redirigir la atención y así restablecer el orden armónico. Por lo cual, tanto una idea, sueño, creencia, saber, un sistema físico o virtual, son circuitos cerrados en dónde el inicio y fin se encuentran predeterminados.
    Un trauma es un circuito cerrado que genera un fantasma que vaga sin dirección, propósito ni sentido como la nave del misterio.
    Por éste hecho, el error se conserva en la memoria junto a un bastón de adaptación hasta la liberación de la virtud reprimida.
    La energía anímica que retroalimenta los circuitos, se asimiló y extrapoló simbólicamente en el dinero, como un instrumento y símbolo de poder asociado al instinto de supervivencia, en donde aplica la lucha, la huida y la parálisis.
    Las innumerables variantes "cuánticas" en cada circuito son anecdóticas, y pasan a sumar el saco de las estadísticas. En éste sentido la lógica booleana asume con toda la responsabilidad de la pesada incertidumbre.

    El misterio del truco de magia se resuelve al descubrirse que el ordenamiento y diseño básico natural se realiza binariamente en planos de dos dimensiones afectados a la mecánica clásica con la que se sincroniza el mapa con el territorio.
    Hasta para interpretar la realidad se necesitan 3 planos con 3 ejes bidireccionales con los cuales se puede invertir la dirección o revertir el sentido desintegrativo hacia el integrativo, sea el caso de estar influenciados por la magia negra. ¡Bu!
    Aquí el comediante Albert Einstein dió en el clavo al asegurar que el engaño desaparece cuando su masa es cero.
    Ésta forma básica y natural de ordenamiento es lo extrapolado a los planos de un ordenador global para convertir la materia en un símbolo binario y conjurar un control total sobre las propiedades del imperio, incluídos los pueblos. Hermoso cuento y circuito cerrado de hadas icariano. Básicamente se estratifica el formato de la mente de un super psicópata virtual.

    Pero, por más que el amo se beneficie del producto de las virtudes y los defectos de sus rebaños, se convierte inevitablemente en un esclavo más, al estar obligado a sostener la consciencia ideal, interfiriendo en el desarrollo evolutivo de las consciencias.

    Estar sujeto a tu propio instrumento de manera pasiva requiere entregar ilusoriamente la responsabilidad de las acciones hacia el artefacto virtual y fisico, y con ello velar lo trascedente y esencial, cuestión verificada en las experiencias ordinarias y extraordinarias.
    Una vez transformada la verdad en símbolo, es muy fácil su manipulación y arrastre de los socios del club. Por éste hecho, los protocolos, guiones o programas habilitan la repetición de actos fallidos que obligan la adaptación de aberraciones que desarmonizan el orden psicológico y luego social.
    Es decir, si te sumerges en el cuento de Caperucita roja inconscientemente, no irás a dónde quieras, sino a dónde está programado ir por el escritor.

    Desafortunamente para algunos, la verdad no puede atraparse entre cuatro paredes o dentro de un diamante, siempre sale a luz a pesar de las creencias maravillosas o aberrantes que se interponen accionando la lucha, la huida y la parálisis.
    El creyente tecnológico cree que la evolución de la consciencia es determinada por la sofisticación del su bastón tecnológico sin realizar esfuerzo alguno.

    Afortunadamente para todos, lo que verdaderamente muere, son las apariencias, y con ella nos despedimos de la estupidez, la esclavitud y la tiranía. Y que en paz descansen...

    ¿Quién fue primero, el engañador o el engañado?

    Y colorín colorado, éste cuento se ha acabado.

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