El nuevo renacimiento del pensamiento humano: Fe, inteligencia y espiritualidad para humanizar la razón
Por Gabriel Briñez Vanegas
Subdirector y Gestor de Proyectos Educativos Combo Tropical Noticias
- Del pensamiento lógico al pensamiento perceptivo.
El Renacimiento Clásico del siglo XV liberó la mente humana del dogma religioso e inauguró una era en la que observar, razonar y crear se convirtió en el nuevo camino hacia el conocimiento. Sin embargo, como lo plantea Edward de Bono en su obra Yo estoy bien, tú estás mal. El camino hacia el nuevo renacimiento, el desafío actual va más allá: consiste en liberar la mente de los dogmas del pensamiento limitado, del conflicto constante y de la verdad única.
De Bono propone pasar del pensamiento lógico-discursivo al pensamiento perceptivo y creativo, en el que la mente no solo analiza, sino que ve antes de juzgar. En otras palabras, el cambio no está en lo que pensamos, sino en cómo miramos antes de pensar.
Los nuevos hábitos del pensamiento deben apoyarse, según él, en tres pilares esenciales:
1. Percepción consciente: aprender a observar la realidad desde distintos ángulos antes de decidir.
2. Creatividad estructurada: transformar las ideas en soluciones posibles y útiles.
3. Diseño del pensamiento: construir nuevos caminos mentales que permitan pensar mejor, no solo más.
Este cambio implica una nueva actitud frente al conocimiento y la vida: ver para entender, en lugar de creer para aceptar. Estudiar, reflexionar y crear se convierten así en los nuevos actos de dignificación de la mente humana.
Fe e inteligencia: el equilibrio que humaniza el pensamiento
Sin embargo, surge una pregunta profunda: si el Renacimiento del siglo XV liberó la mente del dogma religioso, ¿cómo evitar que este nuevo renacimiento caiga en el extremo opuesto, erradicando por completo la dimensión espiritual del ser humano?
La respuesta está en el equilibrio. No se trata de negar la fe, sino de integrarla a la inteligencia. La fe sin pensamiento crítico puede conducir al fanatismo; pero la razón sin espiritualidad se vuelve fría, utilitaria y carente de sentido.
La espiritualidad —entendida como una conexión interior con lo trascendente, con la vida y con los demás— no limita la mente; al contrario, inspira la ética y da profundidad al pensamiento.
El desafío consiste, entonces, en permitir que la espiritualidad humanice la razón, mientras la razón ordena y purifica la fe. De esa armonía nace una inteligencia verdaderamente completa, capaz de pensar con profundidad y sentir con lucidez.
Recuperar la espiritualidad para humanizar la razón
En el mundo actual, la espiritualidad parece haberse diluido entre la velocidad, la tecnología y la inmediatez. Vivimos una época donde la religiosidad se ha vuelto, para muchos, algo efímero o accesorio. Sin embargo, quienes crecimos en generaciones anteriores —las del siglo pasado— aprendimos que la espiritualidad era una brújula moral, una fuerza silenciosa que daba sentido, equilibrio y respeto a la convivencia.
Hoy, muchas personas reaccionan con agresividad, intolerancia o indiferencia frente a los conflictos cotidianos. Esa pérdida de espiritualidad no es solo una crisis de fe, sino una crisis de humanidad. Cuando el ser humano deja de mirar hacia adentro, pierde también su capacidad de ver al otro con empatía.
Por eso, el Nuevo Renacimiento del que habla De Bono no puede quedarse solo en la mente; debe comenzar en el corazón.
Recuperar la espiritualidad no implica volver al dogma, sino redescubrir el valor de la conciencia interior: escuchar antes de juzgar, pensar antes de reaccionar y actuar con propósito antes que por impulso.
La verdadera inteligencia es la que sabe detenerse.
La verdadera razón es la que tiene alma.
Y el verdadero renacimiento será aquel en el que el conocimiento no sustituya al corazón, sino que lo acompañe.
Imagen generada con asistencia de inteligencia artificial (ChatGPT, modelo GPT-5, OpenAI) para Combo Tropical Noticias.
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