Santa Marta, el origen, su regalo prometido y el colmo de sus males
Por Álvaro Cotes Córdoba
Santa Marta sigue como cuando la campaña libertadora de Simón Bolívar llegó a darle la Independencia: Con una oposición poderosa que aún no quiere independizarse.
La diferencia es que, en aquella época, como no había radio, televisión, Internet ni teléfono ni celulares ni boqui toqui ni redes sociales, sus habitantes se enteraban muy tarde de lo que sucedía en otras ciudades y tal vez por eso ignoraban que todo el país ya había logrado la independencia con los ejércitos patriotas comandados por Simón Bolívar y por eso seguían convencidos por los que la gobernaban de que continuaban perteneciendo a la corona española y no veían a los patriotas como sus libertadores sino como sus enemigos.
Hoy, los poderosos que la gobiernan, casi doscientos años más tarde, quieren repetir la misma historia, convencer a los samarios de que no sólo hay que celebrar sus 500 años, sino también se debe honrar al que en representación de la corona española la fundó para los intereses coloniales de explotación y sometimiento de esa corona española.
Por eso han inundado a la ciudad con avisos en los postes del alumbrado público de las avenidas principales con carteles alusivos a lo que han llamado una marca para la celebración de sus 500 años y en la que destacan la figura del español que la creó para los fines ya mencionados y no como lo quieren dar a entender los que insisten en que gracias a él, la ciudad que conocemos hoy, existe.
Y no es así, porque entonces: ¿Para qué sirvió la independencia? Cuando uno se independiza lo hace desde ese maquiavélico origen de su fundación y no trata de convencer a un pueblo de que no lo haga y honre al que la creó, 500 años después.
Cuando una persona cumple años se le festeja a ella y no se le agradece a sus padres por su creación. Lo que hay que celebrar son los años que cumple y darle los regalos a la cumplimentada.
Y uno de los regalos que siempre le han prometido a Santa Marta en cada año que cumple, el cual nunca se lo han dado y lo sabe todo el mundo, es la solución al problema del agua, que en su quinto centenario tampoco va a recibir, porque quien ahora la gobierna, está más interesado en hacer un fiestón e invitar inclusive a los herederos de la corona que ordenó su creación con los fines ya descritos y gastarse aparentemente cinco veces más de lo que supuestamente se gastó en la fiesta del mar.
Dinero que mejor puede invertirse en el regalo que siempre le han prometido y nunca se lo han dado. Pero el espíritu de explotación y saqueo de sus colonizadores todavía persiste en algunos poderosos que retornaron a gobernarla, cuando vivía los mejores momentos de su existencia, para el colmo de sus males.
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