Quiénes eran fulano y mengano?








La palabra fulano es origen de árabe fulān, que quiere decir "persona cualquiera", y también del árabe proviene mengano, aparentemente, de man kān, cuyo significado es "quien sea".


Fulano y mengano son los más usados para hablar de algo en forma despectiva o para dar ejemplo. "No importa si gana fulano o mengano, vamos a seguir siempre igual".


Todos podemos ser fulanos, pues puede pasar que alguien no recuerde nuestro nombre; pero a nadie le gustará ser “un fulano”, pues se entiende como “un cualquiera”, y se trasluce algo de desprecio al usarlo. De forma semejante, ser “una fulana” en España y en algunos lugares de América equivale a ser ‘una prostituta’, sentido despectivo que se pierde en cuanto se le aplica el diminutivo “fulanita”, y por ello esta forma se adopta, y más aún en femenino, con mayor que en los demás casos.


La palabra latina scitānus, que significa "sabido", puede haberse transformado en citano, que luego se convirtió en zutano. Otros se decantan por una derivación procedente de la interjección “¡cit!”, que hace mucho tiempo se empleaba para llamar o nombrar un lugar o una persona desconocida.

Sobre la forma perengano, la incertidumbre es casi total. Es la palabra más joven de las cinco (y la de menos uso). Para algunos, procede de una asimilación de perencejo a mengano. La terminación de la primera sería abandonada para asemejarse a la segunda forma. De acuerdo a lo señalado por Joan Coromines, José Antonio Pascual y Manuel Casado Velarde, perencejo es el resultado de una pronunciación descuidada de Pero Vencejo, nombre ficticio con que se nombraba a los campesinos en general. Aunque no se emplea por estas tierras, si es común escucharlo en Colombia, Guatemala o Venezuela. Para otros, el camino para llegar a perengano es más breve, pues lo entienden como la fusión de Pérez, apellido tan común en nuestra lengua, con mengano.


Sobre su uso, el más frecuente por sí solo es fulano, pero además, debemos destacar la idea de secuencia que encierran. De esta forma, como sostiene Casado Velarde, el orden en que se presentan los protagonistas de la pregunta resulta tan estable que se pueden entender también como organizadores del discurso, pues presentan idéntico funcionamiento que “primero… segundo”; “antes… después”; “primero: por último”, de modo que Fulano siempre va primero, Mengano después y Zutano al final, rematado solo en ocasiones por Perengano, cuando se pretende expresar con una enumeración excesiva, la idea de desorden o de multitud. Es frecuente el empleo de “Fulano de tal”, en el caso de que le suceda un segundo término de la serie, será el de “Mengano de cual”: “Me contó que su abuelo era Fulano de tal y su abuela Mengana de cual pero no le presté atención”.

En cuanto a citrano, Corominas dice que “las variantes citano, citrano y cicrano […] indican que solo la primera letra es esencial y constante en esta palabra, lo que sugiere pueda tratarse de una interjección cit o çut empleada para llamar y luego para nombrar a un desconocido cualquiera de quien se ignora el nombre, y finalmente adaptada a la terminación de fulano”.


Además de fulano (también en la forma hulano), mengano, citano/zutano (también en las formas çutano, zitano o sutano) y perengano, existían perencejo y roviñano (en DLE robiñano).


Puede verse el uso de todos en estas citas:


–Sostengo yo –clamó el maestro con firme voz– que los días de gloria se fueron para no volver. En mi pueblo aprendí este refrán: Don Fulán por la pelota, don Zitán por la Marquesota y don Roviñán por la rasqueta, pierden La Goleta. (Galdós)

Yo no digo nada más que la verdad, y no en secreto sino públicamente, delante de Juan y de Pedro, de fulanito y de perencejo (Galdós)

–¡O lo que diera yo -dezía Andrenio- por ver lo que será del mundo de aquí a unos quantos años, en qué avrán parado los reynos, qué avrá hecho Dios de fulano y de citano, qué avrá sido de tal y de tal personage! (Gracián)

El uso de estos términos ha interesado a especialistas en la lengua desde muy temprano, así Gonzalo Correas hace estas atinadas observaciones sobre ellos:

hazese la menzion por ellos de personas cuios nonbres no dezimos, aunque los sepamos, porque no inporta dezillos, ó porque no se nos acuerdan, ó los queremos encubrir, i los callamos de industria; esto es cuando segunda vez rreferimos algun cuento, ó caso que nos contaron, i nos dixeron los nonbres de las personas, ó nos hallamos en él, i las conozimos, i lo contarnos á otro, como diziendo: io dixe al xuez que fulano i zitano lo vieron, i se hallaron, alli fulana i zitana. Dase en esto á entender que al xuez dixe los nonbres mesmos de las personas, aunque no los rrepito á quien digo el negozio, sino en su lugar digo fulano, i zitano, i rroviñano. Suelese dezir mas de ordinario por solo fulano rrepitiendole: dixe al xuez que lo vieron fulano, i fulano, i fulano, i fulana i fulana: mas en caso que fué mui publico para denotar aquella publizidad, i quando se enziende el que habla, i toma vehemenzia, los xunta, i se dizen todos tres, i aun se usa de diminutivos: violo fulano i zitano i rroviñano, i fulana i zitana i rroviñana, i fulanexo, i zitanexo, i fulanexa i zitanexa, i fulanillo i zitanillo, i rroviñanuelo, i todo el lugar. Sienpre se colocan por este orden que los é puesto: fulano primero, zitano segundo, roviñano terzero; de manera que zitano no se usará sin que prezeda fulano, ni rroviñano sin los dos. Algunos i no pocos mudan la zi en zu de zitano, i dizen zutano menos propiamente.


En el Diálogo argentino de la lengua (1954-1967), Avelino Herrero Mayor dedica también espacio a hablar de estas palabras, y pone en duda la etimología dada por la Academia:


Alumna. – Pues el Diccionario dice que ese nombre [Perengano] se formó de la unión de per y de mengano.

Profesor. – Lo que diga el Diccionario me tiene a veces sin cuidado, y no es por desprecio, sino por aprecio… de los errores que trae.


En cuanto al femenino, hasta bastante tarde no podemos estar seguros de que “fulana”, y también “citana/zutana”, “mengana”, etc., tengan necesariamente un matiz despectivo, aunque pudieron tenerlo en bastantes casos, como sucede con otros elementos femeninos destinados a denominar personas desconocidas (por ejemplo tal y cualquiera). En un poema como este de Quevedo, parece intuirse un uso despectivo: “Detrás un coche venía / con tres mocetonas frescas, / y, entre ellas, una fulana / del Cabello u de la Cerda”, pero en cambio se encuentran los siguientes pasajes aún en el siglo XVIII:


Pídeme María por Gertrudis, religiosa del convento de Santa Clara. Y por fulana N.; religiosa del Carmen.


de aqui viene aquel Adagio muy comun en el Perú, Está chamicado ó chamicada fulano ó fulana, quando una persona está pensativa, taciturna, distrahida ó demasiado alegre.

Desde el XIX, el uso de fulana parece marcado, y se prefiere el uso del diminutivo (fulanita), aunque aún se ve Fulana usado en contextos neutros: “Mira a la Fulana con sus niños y su marido” (Mesonero Romanos), “Que Fulana me gusta y no puedo hablarla en la calle por el bien parecer” (Pereda).


El significado de ‘prostituta’ para fulana no se recoge en el DRAE hasta la edición de 1984, donde aparece en la acepción 5. como “Ramera o mujer de vida airada”. En 1970 se decía simplemente que “Con referencia a una persona determinada, úsase como despectivo”, es decir, tanto para hombre como para mujer es despectivo. En mi propio uso, creo que tiendo a utilizar el diminutivo tanto en la forma masculina como femenina, por una consideración de que ambos elementos pueden ser marca de desprecio.


En otras lenguas existen expresiones equivalentes, que comparten por su significado un cierto aire familiar. En inglés, John Doe y su señora Jane Doe equivalen a nuestro Fulano y Fulana. En francés, se emplean en cadena los tres nombres más frecuentes: Pierre-Paul-Jacques. En los países bálticos se prefiere decir “N.N.”, del latín nomen nescio, que significa ‘desconozco el nombre’.


En Rusia se emplea el sonoro y prototípico nombre ruso Ivanov Ivan Ivanovich y en Filipinas, ahora de mayoría angloparlante pero durante tantos años colonia española, prefieren el Juan y Juanita de la Cruz.

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